La
redacción del proyecto de zonas verdes tiene una carga importante de diseño y
una responsabilidad grande derivada de esta cuestión. El trabajo de diseño
suele ocupar más tiempo y está presente en todas las fases de redacción del
proyecto, hasta en los aspectos más insignificantes. Diseño y redacción están
unidos, no pueden separarse.
“…es
el usuario del parque o jardín quien más nos preocupa cuando proyectamos...”
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Dicho
lo anterior, vamos a tratar del destinatario de nuestra obra, el que va a
utilizarla, el cliente para quién trabajamos. Nuestro desarrollo, como
indicamos al principio, será en relación con las zonas verdes públicas, campo
en el que hemos adquirido nuestra mayor experiencia, pero válido para cualquier
proyecto de zonas verdes.
Desde
esta óptica, es el usuario del parque o jardín quien más nos preocupa cuando
proyectamos, y no tanto las necesidades funcionales o incluso las del colectivo
urbano por más que en ellas descansen las razones del proyecto; ello no quiere
decir que no las tengamos también muy presentes. Hablamos así porque es en
última instancia, aunque considerada en primer lugar, la reacción del usuario
individual y su comportamiento quien determinará el éxito o fracaso de la obra.
Los
parques y jardines siempre han sido construidos por el hombre y para el hombre,
y siempre han estado cerca de él. En su esencia, han sido mundos hechos a su
propia medida, reales, no soñados, que ofrecían una realidad distinta a la
propia realidad que se estaba viviendo; mundos, en cierto modo, fantásticos y
sorprendentes que pretendían motivar y emocionar; lugares donde se obtenían
satisfacciones espirituales, además de materiales. Sir Geoffrey Jellicoe
escribe refiriéndose a los parques: «La capacidad potencial de sosegar,
refrescar, satisfacer, inspirar el alma del hombre, al modo de la iglesia y del
templo, sitúa al parque público por encima de los demás». De su construcción
derivan, por tanto, la multiplicidad de funciones que prestan.
En
esto existe una fuerte distinción con la naturaleza, que no ha sido creada por
el hombre, y ofrece, en tanto se conserva virgen, una belleza natural
universalmente aceptada, un ambiente limpio y purificador, y muchos atractivos
peculiares de honda repercusión emocional, manteniendo vigentes, entre otras,
las funciones primigenias de servir de recreo, solaz y expansión. Buscando
estos atributos, en especial los higiénicos y sanitarios, durante mucho tiempo,
los parques y jardines se han intentado construir a “imitación de la
naturaleza”, lo que no significa que el hombre haya estado en los parques y
jardines cerca de ella, por más que a mucha gente se lo parezca e incluso se
defienda desde muchas tribunas, incluso políticas.
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