Es
sin duda el capítulo más importante del mantenimiento de los parques y
jardines, en condiciones normales, siendo conveniente considerar en el diseño
dos aspectos: la elección de las especies en relación con el medio y función y
su disposición entre sí y con relación a los restantes elementos de la obra.
Además de considerar las características de suelo, clima, exposición... habremos de
prever su desarrollo en relación con el espacio disponible y el ocupado por
otras especies en su propio desarrollo, todo ello sin que se dejen de cumplir
las funciones y utilidades esperadas. Conocer todo esto es relativamente
sencillo, y realmente se conoce pero no se tiene en cuenta, abusando en general
de la densidad de plantación o eligiendo especies que cumplen las necesidades
de proyecto sólo durante el primero o segundo año de la plantación, pasado el
cual hay que limitar permanentemente su desarrollo con podas.
También
es importante considerar los daños que pueden infringir a las construcciones e
instalaciones los sistemas radicales de ciertas especies, situadas peligrosamente
cerca, así como la competencia con otros sistemas radicales.
Además
de estos problemas que debe resolver el mantenimiento, existe otro que no se
manifiesta tan evidente pero que a la larga es de mayor repercusión económica. Nos referimos al consumo de agua en
exceso por la elección equivocada de especies.
Son
fallos del proyecto, muchas veces sabidos y consentidos por el proyectista que
no quiere renunciar a la colocación de ciertos elementos en su obra o a lograr
determinados efectos. Ambas cosas, en poco tiempo, se vuelven contra esa idea y
se consigue justamente lo contrario.
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