Para finalizar la serie sobre el Proyecto de Zona Verde Pública dentro de la fase de El Proyecto como documento, vamos a dar unas Conclusiones.
Antes de terminar esta rápida exposición
queremos recordar algunas cuestiones:
- El proyecto es el
mayor responsable de la obra y el único que puede y debe adelantarse para
proteger, prevenir y establecer lo necesario de forma que se asegure la
realización, sin problemas.
-
Su redacción debe
estar animada de un sentido práctico y riguroso, analizando con detalle todas
las soluciones y siendo generoso en su exposición; no hay tarea que dignifique
más al autor de un proyecto que la generosidad en la exposición y detalles.
-
Al tiempo hay que
ser muy sensato en las estimaciones y resultados, teniendo cuidado de no
idealizar en exceso los resultados hasta el extremo de llegar a dibujar un
panorama idílico, que no se alcanzará, lo que supondrá, aparte otros muchos
inconvenientes, el descrédito del autor.
-
Mucho más riguroso
y sensato habrá que ser con las estimaciones de costes de forma que no supongan
para el contratista obstáculos y perjuicios. En este sentido el proyectista
debe ser consciente del verdadero valor de las cosas, de los tiempos muertos en
la obra, de las inclemencias del tiempo, de la posible demora en los
suministros... y admitir que la obra será realizada por un contratista que
debe obtener de la misma un beneficio, si no queremos que escatime en la
ejecución.
-
Es muy importante
reconocer que, por encima de todo lo que pueda parecer, los malos proyectos y los fracasos del
proyectista, en todos los órdenes, los acaba pagando la obra.
-
También queremos
resaltar la enorme importancia que tiene el dejar bien recogida y
justificada en el proyecto la idea de la
obra que se persigue, por encima de toda la explicación técnica y rigurosa de
la misma, con ser esta muy importante. El proyectista debe, a través del
proyecto, comunicar al ejecutor de la obra su ilusión por hacer algo realmente
útil y destacable. Deberá facilitarle todas las explicaciones y motivos, y
justificar bien la necesidad de hacer las cosas como se proyectan, destacar su
importancia para los fines que se persiguen, invertirlo de plena
responsabilidad y mérito en la ejecución y convertirlo en el mejor aliado de la
obra. Este sentimiento de participación e ilusión en el fin que se persigue
debería animar a todos los trabajadores de la obra.
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